martes, 30 de abril de 2013

Cara a cara con "El Narco"


Para Ioan Grillo, autor del libro “El Narco” (Ediciones Urano, Junio 2012), periodista que vive en Ciudad de México y corresponsal de varios medios internacionales, “en el tema del narco nada es lo que parece”. Y lo peor es que, las sospechas que se tenemos cuando nos asomamos a este mundo, son lo que parecen.

La experiencia. Es difícil objetivizar la experiencia. Sin embargo, la experiencia sirve para reconocer la teoría. Sirve para, descubrir que, lo descrito por una persona desconocida de un fenómeno apenas conocido, es real. La experiencia propia ante presupuestos ajenos, sirve para verificar hipótesis planteadas por terceros, para, en contra de la lógica, refutar antes de proponer.

Esto ocurre cuando un investigador criminal se enfrenta a “El Narco. En el corazón de la insurgencia criminal mexicana”, de Ioan Grillo.

El libro está dividido en tres partes: Historia; Anatomía; y Futuro. Es decir, de donde viene el fenómeno del crimen organizado, qué es en la actualidad y cómo se dimensiona, y hacia donde tienden las líneas de evolución.

No entraremos en una evaluación formal del texto, aspecto, por otro lado, que sería superado excelentemente, sino en aquello que, ante los ojos de un investigador, ha saltado de entre las líneas. Aquello que la experiencia ha hecho marcar en negrita y subrayado. Entraremos en aquello que nos ayude a interpretar y afrontar la lucha contra el crimen organizado en España. Para ello, hemos respetado la literalidad del texto en la frase destacada (entre comillas “ “), a la que se acompaña, entre paréntesis, la página del libro donde aparece.

Empezamos. Dimensionar el problema. Saber a qué nos estamos enfrentando. “Conceptos como «insurgente» e «insurgencia» plantean en México cuestiones más explosivas que los coches bomba de los narcos (Página 27)”. Calificar el crimen organizado como «insurgencia» implica trasladar el problema desde el ámbito del delito al de la seguridad nacional; con las consecuencias que conlleva. Consecuencias por el impacto en la ciudadanía, por los medios necesarios para solucionarlo, y por que cuestionan una función elemental de los Estados modernos, garantizar la seguridad, la titularidad del monopolio de la violencia. Pero la realidad es tozuda y, tal y como se demuestra en el libro, lo que tiene todos los elementos de insurgencia, es insurgencia. “Si Von Calusewitz estuviera por aquí actualmente y sintonizara las emisoras de Tijuana que emiten narcocorridos financiados por los gánsteres, reconocería sin la menor duda que tienen la característica básica de la insurgencia (Página 322)”.

Según un informe del Observatorio de Medios de México, la cobertura informativa de la violencia en medios nacionales, disminuyó comparativamente con respecto al año pasado. Esto se atribuye a una estrategia gubernamental. “La palabra «asesinatos» disminuyó su presencia en las portadas de la prensa del D.F. en un 50%, mientras que el uso de las palabras «crimen organizado» y «narcotráfico» se redujo en las portadas un 50,2% y un 54,6%, respectivamente. En el caso de los noticiarios de televisión abierta, la presencia de las palabras «crimen organizado» y «narcotráfico» bajó un 70,2% y un 44,2%, respectivamente. En televisión de pago, las mismas palabras dejaron de pronunciarse un 65% y un 41%, durante el periodo analizado”. Hay una estrategia de invisibilizar la violencia. Un funcionario de la Secretaría de Gobernación solicitó a varios medios mexicanos que no utilizaran expresiones como «levantón», «capo», «cártel», «encajuelado» o «encobijado», para desterrar el lenguaje que utiliza el crimen organizado «que se ha vuelto común».

Estado capturado

La idea de Estado capturado “surgió para describir el momento en que la oligarquía y los capitalistas mafiosos se apoderaron de grandes partes del aparato estatal en Europa oriental a raíz de la caída del comunismo. En México es innegable que los cárteles combaten por ciertas parcelas del Estado, en concreto por las fuerzas de policía regionales (Página 329)”.


Como en la gran mayoría de los Estados modernos, el aparato estatal se nutre de las clases medias. Y sus retribuciones son acordes con el puesto de trabajo que desempeñan dentro de la Administración. Por ejemplo, “la institución  militar en México es más bien un ejército formado por ex campesinos que han salido de las tierras pobres del sur (Página 157)”. Con esta perspectiva y cuando los valores que deben aglutinar la función publica se resquebrajan “ante los sobornos hay quien decide que es mejor salir del sistema (Página 160 en referencia a Arturo Guzmán)”. “Los soldados dejaban los cuarteles para trabajar con Guzmán en su proyecto de organizar la compañía de sicarios más feroz que encontrase. Los Zetas se organizaron a raíz de una deserción en masa de unidades militares. El nombre de «los Zetas» es por una señal de radio utilizada por los boinas verdes mexicanos. A todos los miembros se les daba un número con la clave Z, empezando por Guzmán, que era Z-1 (Página 161)”.

Control de instituciones, control del territorio. “En  cada «plaza» apareció una figura para coordinar el tráfico y negociar la protección de la policía. Este jefe de plaza podía mover su propia droga y al mismo tiempo imponer sus condiciones a cualquier otro que quisiera pasar mercancía por el pasillo en cuestión (Página 91)”.

Esta lógica criminal de control puede aplicarse a países enteros. Así “Guinea-Bisau –el quinto país más pobre del mundo, donde no hay red eléctrica nacional y el salario medio es de un dólar al día- es uno de los más lamentables Estados capturados. Los gánsteres latinoamericanos podrían comprar el país por cuatro cuartos (Página 399)”.

Bandos

Guerras dentro de la guerra. Cárteles contra el Estado para el control del monopolio de la violencia. Cárteles contra cárteles para el control del territorio. Y en distintas guerras, distintos bandos, dejando atrás el clásico concepto de conflicto basado en el enfrentamiento entre dos bandos. “Durante el primer año de presidencia de Calderón, los Zetas combatían contra el cártel de Sinaloa y sus socios en media docena de estados. Ambos bandos hacías cada vez más vídeos snuff (con grabación de asesinatos reales) y dejaban cadáveres decapitados en lugares públicos (Página 189)”. El elemento común: el lenguaje de violencia.

Por parte del Estado, los funcionarios de instituciones leales a las mismas son un bando. Por parte de los cárteles el brazo ejecutor son “«Sicarios», una palabra con cierta tradición literaria en España e Italia que se remonta al derecho romano (sicarius), en el que se designaba por antonomasia a los fanáticos judíos que llevaban un daga (sica) escondida para agredir a los soldados romanos (Página 250)”. Y un tercer bando, que determina la balanza entre los anteriores en uno u otro sentido, que es campo de batalla donde se lucha por la legitimidad, y a la vez indicador de la evolución del conflicto: los elementos corruptos del sistema.

EEUU está directamente implicado en la lucha contra el crimen organizado, y aporta efectivos, muestra de ello es que “la DEA hoy tiene 5235 agentes especiales, oficinas en 63 países, y un impresionante presupuesto que supera los 2300 millones de dólares (Página 79)”. Frente a este despliegue, el crimen organizado cuenta con el tráfico de drogas para financiarse. “Según Naciones Unidas, un ladrillo de cocaína pura de un kilo, en los puertos colombianos, valía 2147 dólares en 2009, una cantidad que podría alcanzar los 34700 cuando llegara a la frontera de Estados Unidos, y los 120000 cuando se vendiese en las calles de Nueva York (Página 222)”.

En una guerra no declarada, en una insurgencia no reconocida, en un enfrentamiento directo a la garantía de la seguridad pública, base del Estado moderno, la clave es la información. Y “la información, como los agentes antidroga han acabado por averiguar después de cuarenta años en la brecha, suele proceder de los infiltrados o de los informadores (Página 354)”. Para ello, y sacrificando la pulcritud ética “la dea acaba dando dinero a personajes dudosos, aunque es para capturar partidas de droga más sustanciosas y a criminales de mayor importancia. En teoría, los agentes no pueden pagar a informantes implicados en actividades delictivas (Página 360)”.

Estos bandos tienen aliados. Grupos organizados en torno a factores identitarios, territoriales o de seguridad, cuya infraestructura es puesta a disposición de los cárteles a cambio de contraprestaciones. “Se cree que algunas matanzas perpetradas en los últimos años por la Mara y el 18 se han cometido por orden de los criminales mexicanos (Página 401)”. Organizaciones de cuya existencia en España ya hay contastación empírica.

El crimen organizado cuestiona al Estado moderno en el contexto de la globalización. Pero productos de la globalización vehiculizan e inciden en el conflicto. Internet y las redes sociales atesoran el botín ansiado por los bandos implicados en el conflicto: la información. “Para muchos mexicanos, las redes sociales se han convertido en una plataforma de información fluida y participativa que aumenta -y a veces reemplaza- medios de información tradicionales e instituciones gubernamentales” según un seguimiento de 16 meses al uso de Twitter en cuatro ciudades afectadas por la guerra contra el narco (Monterrey, Reynosa, Saltillo y Veracruz) realizada por un equipo de Microsoft Research.

Combate

Guerra no convencional pero guerra, en definitiva. Y no convencional es, también, el uso de la violencia “La violencia ya no era una forma de control, sino un lenguaje básico de comunicación (Página 207)”. Para afrontar el conflicto, el crimen organizado tuvo que fortalecerse “los gánsteres tenían una reputación terrible. Pero no estaban a la altura de los Zetas, que estaban muy bien armados y organizados (Página 167)”.

Hay situaciones claramente identificables como de guerra; combates encarnizados por ejemplo “cuando el capo Beltran Leyva, el Barbas, fue abatido cuando el ejército logró entrar en su casa tras dos horas de asedio, el Barbas acabó sus días con más agujeros que un colador. Alguien decidió divertirse un poco con el cadáver, le bajaron los pantalones hasta los tobillos y lo decoraron con billetes de un dólar. Se invitó a los fotógrafos para que tomaran instantáneas del mancillado cuerpo del Barbas. Horas más tarde, todo estaba en internet. (Página 205)”. Combates donde la violencia como mensaje y su difusión a través de internet tienen una importancia estratégica.

En todo conflicto armado, la logística es el pilar donde se fundamenta la victoria. “Los cárteles de la droga aún trabajan a pleno rendimiento mientras libran sangrientas batallas entre sí y contra el Gobierno. Por lo que parece, la economía de guerra funciona a la perfección en el negocio de la droga (Página 221)”.  El éxito o el fracaso, la derrota del crimen organizado por parte de los Estados pasa para la logística, por desactivar la infraestructura que alimenta el delito. Conscientes de su importancia, la información se convierte en moneda de cambio ente los contendientes, los detenidos “cuentan a los agentes dónde tienen algunas cuentas bancarias y determinados bienes. Y dan nombres y rutas de otros traficantes. A cambio, los envían a cárceles más cómodas o les reducen la condena (Página 370)”.

La economía de guerra le funciona al narco, el tráfico de drogas no disminuye, ¿Qué gana el Estado en esta contienda? O dicho de otro modo ¿Qué pierde si no da la batalla, si no se enfrenta al crimen organizado? “Combatiendo a los traficantes, (pese a que el tráfico de drogas no disminuya), su capacidad para poner en peligro la seguridad nacional se ha reducido considerablemente (Página 373)”. Es decir, se reducen las posibilidades de convertirse en Estado capturado.

El despliegue de medios en este conflicto son mayores que los de otras guerras declaradas “los hombres de González detuvieron docenas de aviones. Se trataba sobre todo de monomotores ligeros como los usados por el cártel de Sinaloa. Pero los gánsteres tenían aviones de más fuste para cargar muchas toneladas de cocaína (Página 400)”.


Grillo lo llama diversificación, pero en realidad es una consecuencia del conflicto; de la guerra. Los combates no se libran sólo en el campo de batalla. Todos los esfuerzos que contribuyan al éxito deben ser potenciados. Si existe algún resquicio en la seguridad pública que ofrece el Estado, será aprovechado por el crimen organizado. La técnica es la propia del marketing más simple: crea la necesidad y después oferta el servicio. Genera inseguridad y ofrece seguridad. “En la industria del sexo, los cárteles han obligado a los propietarios a pagarles una cuota. En un burdel que no había pagado la cuota, los gánsteres habían puesto en el local una bomba incendiaria mientras el personal trabajaba a toda máquina; a una prostituta y a su cliente tuvieron que llevárselos corriendo a un hospital con graves quemaduras (Página 419)”.

Y en el combate, los más eficaces son las fuerzas especiales. “El Embajador de Estados Unidos en México en el 2009 elogiaba a los Infantes de Marina por su actuación en la eliminación del Barbas y de algunos dirigentes Zetas, mientras deslizaba reproches contra el Ejército de Tierra, que, según el embajador, no había sabido aprovechar la información estadounidense (Página 443)”.

Pero en este conflicto hay un arma nueva. Antigua desde que existe la civilización pero hasta ahora no explotada: el silencio. “A pesar de la brutal estridencia de las matanzas, los decapitados y los «encobijados», un vasto silencio parece rodear al narcotráfico en México. Es el silencio de los nombres propios, de las redes de corrupción que corroen el país y de las profundas complicidades que son necesarias. Ahora, algunas voces críticas se han alzado para decir que el actual gobierno quiere silenciar aún más la guerra. Al silencio que reina en México se une el de unos 25 mil desaparecidos” (Andrés Monroy Hernández, integrante del equipo de investigación de Microsoft Research).

En la misma investigación se dice que “El gobierno ha replicado indicando que, en realidad, las cifras van a la baja y señala un 17% de disminución de las ejecuciones en los primeros cuatro meses de Enrique Peña Nieto con respecto al último cuatrimestre de Calderón. Así lo dijo la semana pasada el Secretario de Gobernación (ministro del Interior) Miguel Ángel Osorio Chong. Según el Secretario, entre diciembre de 2012 y marzo de 2013 se perpetraron 4.249 asesinatos presuntamente relacionados con el crimen organizado. Esto es, 918 casos menos que de diciembre de 2011 a marzo de 2012. Las denuncias de secuestro -agregó-o también se redujeron en 25%”. Osorio Chong aseguró que “no hay una actitud triunfalista, ni siquiera esos datos nos pueden arrojar el que ya estamos al otro lado". También prometió un informe mensual sobre el tema de ejecuciones”.

Y, ¿el teatro de operaciones? Caeríamos en un grave error si delimitáramos el campo de batalla a Centroamérica. En los países de occidente consumidores de droga hay extorsiones, secuestros, muertes, decapitaciones y descuartizados atribuibles al crimen organizado. En estos países existen infraestructuras autogestionadas dispuestas a prestar sus servicios al crimen organizado. Y en África, donde pueden implantarse, si no ha sido así ya, grandes vías de introducción de droga, la oposición del Estado es mínima: no existe. Si el crimen organizado pelea en la frontera de EEUU para tomar el control de un Estado que no se rinde; África, como frontera con Europa, es terreno abonado para que el crimen organizado controle el tráfico de drogas al resto del hemisferio norte y en definitiva, al mundo.

… y ahora qué?

“Como dicen los historiadores profesionales, siempre resulta peligroso leer la historia hacia atrás (Página 133)”. Pero hay que identificar los factores que han propiciado la situación actual, localizarlos en nuestra sociedad y neutralizarlos.

Desde el ámbito de la seguridad pública y las herramientas de las que dispone el Estado para su garantía, en México “un problema fundamental es que hay muchos cuerpos de seguridad. México tiene varios organismos ejecutivos de nivel nacional, 31 gobiernos estatales y 2438 cuerpos de policía municipales (Página 375)”. A esta conclusión llega Grillo tras su estudio. A menos Cuerpos policiales y de ámbito Estatal, más garantía frente al crimen organizado. Es más “Si una causa fundamental de la descomposición de México ha sido la fragmentación del poder gubernamental, la unificación de la policía bajo un solo mando podría representar un paso adelante. Parte de los problemas básicos y de las soluciones radica en las instituciones de México (Página 375)”. Contundente.

Si no queremos tener una insurgencia a la que no se puede llamar insurgencia. Si no queremos hacer bueno el dicho de que “nadie escarmienta en cabeza ajena”. Si pretendemos prevenir un ataque a lo más profundo de la sociedad, la seguridad del individuo, debemos reinventar el Estado, aunque sea en su concepto hobbesiano con el único objetivo de monopolizar el uso de la violencia, como herramienta legítima frente al crimen organizado. Herramienta legítima… y útil.

Daniel Baena

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