sábado, 13 de abril de 2013
Pólvora y tetosterona
El final es el principio. Meses de trabajo recopilando información, comprobando su veracidad y pertinencia. Velando para que, tanto en su obtención como en su incorporación al procedimiento, se respeten todas las garantías y así también sea percibido por el juez de instrucción. Interpretando, construyendo la verdad, observando lo oculto a través de una mirilla. Dibujando, más bien soñando, tácticas para cuando llegue el momento. Para cuando, con apenas un punto fijo, todo sea como es, y sea así evidente ante quién no lo ve. Retazos de indicios, palabras con doble sentido, instinto policial musculado tras años de experiencia, y un orgulloso e ineludible sentido de la responsabilidad, derivan en la orden de actuar. La máquina se activa. Todos saben su función, sólo esperan su misión. Y empieza todo. Cuanto mas grande sea el adversario y más incierto el final, más brillan los ojos. Más amplias son las sonrisas. Más confianza generan. Placas, subfusiles, chalecos antibalas y copias de autos. Prisas y silencio. E instantes antes de que todo empiece, sabedores de la fortuna de estar ahí, no cambiarían nada por su dosis de ... pólvora y tetosterona.
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