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Un rincón de Marsella |
La globalización del
crimen subvierte el estado-nación, transformando profundamente los procesos de
gobierno. No es nueva la capacidad de penetración del crimen y su repercusión
política, pero sí la vinculación global del crimen organizado, su condicionamiento
de las relaciones internacionales, tanto económicas como políticas, debido a la
escala y dinamismo de la economía criminal. Es nueva la profunda penetración, y
eventual desestabilización, de los estados nacionales en una variedad de
contextos, bajo la influencia del crimen transnacional. Aunque el tráfico de
drogas es el sector industrial más significativo en la nueva economía criminal,
toda clase de tráficos ilícitos se unen en este sistema en la sombra que
extiende su alcance y poder sobre el mundo, en este trabajo se estudiarán,
aparte del tráfico de drogas, el tráfico de armas, la trata de seres humanos y
el cibercrimen. Pero todos se conectan a través de la madre de todos los
delitos: el blanqueo de dinero. La economía criminal se conecta en los mercados
financieros globales. Según la Conferencia de la onu sobre la Economía Criminal Global celebrada en Nápoles
en octubre de 1994[1][1],
la cifra del capital procedente de fuentes ilegales que se blanquea en el
sistema financiero global giraría en torno a los 750.000 millones de dólares
anuales. Estos flujos de capital deben ser procesados con mayor movilidad y
flexibilidad que los que se originan en cualquier otra industria, ya que su
circulación constante es lo que permite evitar que los departamentos encargados
de la aplicación de la ley los localicen.
La
repercusión en los estados nacionales se produce a lo largo de tres líneas
principales: en ocasiones toda la estructura del estado, está penetrada por
vínculos criminales, ya sea mediante la corrupción, o financiamiento político
ilegal causando estragos en la gestión de asuntos públicos; las relaciones
internacionales acaban dependiendo en grados diferentes de las buena o mala
colaboración en la lucha contra la economía criminal; los flujos financieros de
origen criminal son elementos claves par estimular o desestabilizar economías
nacionales enteras, la política económica ya no puede gestionarse en muchos
países sin incluir en escena este factor altamente impredecible.
Los
lazos criminales con la corrupción política son un rasgo frecuente. Hasta los
principales gobiernos, que se creen relativamente inmunes a la penetración del
crimen en sus niveles más elevados, sufren las sacudidas de las maniobras
políticas criminales. Se socava la autonomía y poder de tomar decisiones de los
gobiernos.
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