viernes, 26 de abril de 2013

Globalización y crimen organizado

Un rincón de Marsella

La globalización del crimen subvierte el estado-nación, transformando profundamente los procesos de gobierno. No es nueva la capacidad de penetración del crimen y su repercusión política, pero sí la vinculación global del crimen organizado, su condicionamiento de las relaciones internacionales, tanto económicas como políticas, debido a la escala y dinamismo de la economía criminal. Es nueva la profunda penetración, y eventual desestabilización, de los estados nacionales en una variedad de contextos, bajo la influencia del crimen transnacional. Aunque el tráfico de drogas es el sector industrial más significativo en la nueva economía criminal, toda clase de tráficos ilícitos se unen en este sistema en la sombra que extiende su alcance y poder sobre el mundo, en este trabajo se estudiarán, aparte del tráfico de drogas, el tráfico de armas, la trata de seres humanos y el cibercrimen. Pero todos se conectan a través de la madre de todos los delitos: el blanqueo de dinero. La economía criminal se conecta en los mercados financieros globales. Según la Conferencia de la onu sobre la Economía Criminal Global celebrada en Nápoles en octubre de 1994[1][1], la cifra del capital procedente de fuentes ilegales que se blanquea en el sistema financiero global giraría en torno a los 750.000 millones de dólares anuales. Estos flujos de capital deben ser procesados con mayor movilidad y flexibilidad que los que se originan en cualquier otra industria, ya que su circulación constante es lo que permite evitar que los departamentos encargados de la aplicación de la ley los localicen.

            La repercusión en los estados nacionales se produce a lo largo de tres líneas principales: en ocasiones toda la estructura del estado, está penetrada por vínculos criminales, ya sea mediante la corrupción, o financiamiento político ilegal causando estragos en la gestión de asuntos públicos; las relaciones internacionales acaban dependiendo en grados diferentes de las buena o mala colaboración en la lucha contra la economía criminal; los flujos financieros de origen criminal son elementos claves par estimular o desestabilizar economías nacionales enteras, la política económica ya no puede gestionarse en muchos países sin incluir en escena este factor altamente impredecible.

            Los lazos criminales con la corrupción política son un rasgo frecuente. Hasta los principales gobiernos, que se creen relativamente inmunes a la penetración del crimen en sus niveles más elevados, sufren las sacudidas de las maniobras políticas criminales. Se socava la autonomía y poder de tomar decisiones de los gobiernos.


[1][1]  onu, Consejo Económico y Social, 1994.

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