Hasta ahora, los miembros de la Guardia Civil podían considerarse una muestra de la sociedad en la que se habían formado. Gracias a esto, los principios y valores generales de la misma se transponían a la Institución de forma sencilla facilitando la labor de servicio público, se sabía: que demanda la sociedad, que se podía ofrecer y cómo se debía hacer. Pero en la sociedad española de hoy existen grupos cada vez más numerosos de ciudadanos con culturas diferentes, con valores y principios distintos procedentes de otras partes del mundo. ¿Cómo afecta la evolución de las culturas del mundo en España?, ¿incide realmente a nuestras vidas cotidianas?, y de ser así ¿Qué puede hacer la Guardia Civil para continuar con la labor de servicio público ante este nuevo marco?
La globalización está presente en la sociedad actual. En los años ochenta, se inició un fenómeno de carácter económico que afectó a todo el planeta, aunque liderado por unos pocos países ricos. El sistema de producción se impregna del principio de eficacia para obtener el máximo beneficio al mínimo coste, descentralizándose los elementos constitutivos del sistema y ubicándose en regiones o países donde son más rentables.
La expansión de la globalización no tiene las mismas consecuencias según entusiastas o detractores de este fenómeno. Los primeros vanaglorian el triunfo definitivo de la lógica de mercado, la apertura de ciertas sociedades y la extensión de la modernidad a todo el globo. En cambio, para los más críticos es, precisamente, el fracaso de la lógica de mercado que afecta al orden social establecido a escala global, al que, llegados a este punto, es necesario buscar concepciones alternativas.
Además, según posicionamientos de sectores más reacios, la globalización baja la calidad de las democracias. Los componentes esenciales de las democracias modernas son liberalismo basado en la limitación del poder del Estado y la participación de los ciudadanos. Las injerencias del Estado en la esfera de derechos del ciudadano están delimitadas por el «imperio de la ley» y los que ostentan el poder son legitimados por la elección, directa o indirecta, de los ciudadanos. Pero, ¿quién determina los órganos de dirección de empresas que tienen unos ingresos mayores que el producto interior bruto de algunos países?, o ¿Qué legislación se aplica a organizaciones con sedes en muchos países del mundo?
Si la globalización puede determinar el sistema económico de un país, el desarrollo de Internet puede hacerlo en el sistema social. La herramienta de comunicación del siglo XXI proporciona una extraordinaria fluidez en el intercambio de información. Las ideas «viajan» de un lugar a otro del mundo en cuestión de segundos y se crean «comunidades de afinidad» compuestas por grupos de personas distintos países y culturas. La existencia de los Estados se basa, entre otros elementos, en el concepto de territorialidad, y se delimita a través de las fronteras y una cultura determinada; la red global tiende a difuminar fronteras y engranar culturas, apareciendo valores predominantes que van dando consistencia a entidades cada vez mayores distintas a las tradicionales.
La emergencia de «entes virtuales» y de su desarrollo es difícil de analizar con profundidad debido a: la ubicación dispar de los individuos que las integran, que los vínculos creados entre ellos no son físicos y por lo tanto de complicada detección, y al surgimiento de unas «comunidades» y desaparición de otras. Por lo tanto, en vez de realizar esfuerzos de definición y constitución de estos grupos, se debería analizar cómo influyen en la sociedad actual y los cambios que puedan producir.
La sociedad europea, y por tanto la española, presenta las características de las denominadas «tecnológicamente avanzadas». En las sociedades industriales el sistema económico se basaba en la industria y esto configuró el escenario político y social actual (sistema de partidos, democracia, Estado Social). En la actualidad se está detectando que, en las sociedades, el motor de la economía se focaliza en el sector servicios, configurando un nuevo escenario social y político. La no incorporación al uso de nuevas tecnologías, entre ellas la de comunicación, puede originar exclusiones sociales, abocando cada vez más al individuo al uso de las nuevas tecnologías para evitarlo.
Así, de manera casi irremediable, el hombre hoy día es empujado a la ventana del mundo a través de nuevas formas de comunicación. Ve como afecta su cotidianeidad eventos que ocurren a miles de kilómetros de su localidad, por ejemplo, por un atentado terrorista en EEUU, aparte de la sensación de inseguridad que genera, es sometido a medidas de control en los aeropuertos, o como los resultados de la bolsa de Tokio inciden en sus ahorros. Además, el acceso a la información evidencia otras «globalizaciones» como nuevas formas de delincuencia organizada que optimizan su actividad con la creación de infraestructuras en distintos países. Frente a esto, el Estado circunscrito a su territorio sólo puede ofertar soluciones parciales, obligando a pactos y acuerdos con otros para seguir ofreciendo el mismo servicio al ciudadano.
La percepción de una persona también depende de su entorno inmediato que le sirve para verificar la información recibida. Por esto, la sensación de habitar en un mundo global es más fuerte en unas zonas que en otras. En España son las grandes ciudades y algunos pueblos de entidad donde más donde más intensa es la sensación de inmersión en el mundo, mientras que en las zonas rurales la cultura tradicional aún es preponderante.
Para Samuel P. Hutington, los Estados del mundo que comparten determinados valores se agrupan en civilizaciones. La occidental, conformada por la mayoría de países de Europa y Estados Unidos; la sínica agrupa países de Asia liderados por China, se exceptúa Japón que se considera una civilización distinta y a veces más próxima a occidente; la islámica, países musulmanes que aceptan la modernidad pero rechazan la cultura occidental, el Islam es la guía cultural, religiosa, social y política; la ortodoxa, países de la antigua federación rusa; la hindú, fundamentalmente India y otras que están emergiendo como la latinoamericana y la africana.
Las sociedades ya no tienen una composición homogénea y, aunque la «civilización» preponderante se mantenga, el resto conviven en determinados ámbitos. La división mundial en civilizaciones sirve para entender la situación tras la finalización de la «guerra fría» y comprender la génesis y evolución de los conflictos desde la desmembración de la antigua URSS hasta hoy. Pero, como se ha dicho, las sociedades no son tan herméticas como antes y por eso cada vez más se está reproduciendo el modelo «civilizaciones» dentro de países e incluso ciudades.
No obstante en España la confluencia de distintas culturas no es nueva. Es cierto que en la actualidad hay muchos intercambios culturales, pero la composición multi-cultural de nuestro país ha sido uno de sus principales rasgos de configuración a lo largo de los siglos. La convergencia de ritos y costumbres de musulmanes, judíos y cristianos fue enriquecedora en ciudades como Toledo; aunque también se producen enfrentamientos, guerras y expulsiones de carácter religioso. Mil cuatrocientos años de historia demuestran que las relaciones entre el islam y el cristianismo han sido tempestuosas.
En la actualidad España es parte de occidente por cuestiones históricas y culturales. En primer lugar, tras «la reconquista» prevalece la misma religión que en otros países europeos, el cristianismo. Se fortalecen los vínculos de todo tipo en detrimento zonas de religión musulmana del norte de África. Además, los valores culturales de España coinciden con los de países occidentales, favorecen alianzas internacionales y una política exterior similar. No obstante, aunque las alianzas se hacen con países principalmente occidentales, dentro de éstos se producen alineamientos emergentes dependiendo del Estado considerado central dentro de occidente a lo largo de los años (Europa al principio, EUU ahora).
No hay duda que España pertenece a occidente, pero en nuestro país hay importantes concentraciones de otras «civilizaciones» destacando la islámica. Una muestra se obtiene a partir de los lugares de culto de las religiones principales de cada «civilización». Por ejemplo, en Cataluña aparte de la religión católica se practican otras: judaísmo en dos sinagogas; ortodoxos en ocho comunidades; iglesia adventista, en doce iglesias; iglesias de Jesucristo de los santos de los últimos días, en trece centros; islam en ciento treinta y nueve oratorios; hinduismo en dieciséis entidades; sikhismo en cinco; budismo en veintiocho entidades y taoísmo en cinco. Mención aparte merece la representación sínica, ya que las fiestas que celebra y comparte la comunidad china no están ligadas a ninguna religión, siendo el aspecto del confucionismo que más impregna la vida china el culto a los antepasados.
La interacción entre «civilizaciones» presenta su grado más alto de conflictividad cuando se produce lo que Huntington denomina «guerras de líneas de fractura». Los conflictos de «líneas de fractura» se producen entre Estados o grupos de diferentes civilizaciones, deviniendo en guerras cuando son violentos. También pueden darse dentro de Estados y las luchas son por el control de las personas más que por el territorio. Estas guerras suelen ser de larga duración y la posibilidad de genocidio está presente por el alto grado de violencia. No obstante, son particularistas y la extensión a otros contendientes es improbable. Ejemplos de guerras por motivos de identidad son: entre serbios y croatas de la antigua Yugoslavia; entre budistas e hinduistas en Sri Lanka o entre grupos de musulmanes. Mención aparte merecen los «conflictos de fractura» entre occidente y los musulmanes.
Mientras que a nivel global el choque fundamental de civilizaciones se da entre occidente y el resto, en el plano local se da entre el islam y las demás. El paradigma de la primera afirmación es en la actualidad Irak. No obstante, existen otros lugares del mundo en los que se produce el choque como Afganistán o Palestina. Pero, la mayoría de conflictos de líneas de fractura de carácter específico se han producido entre la frontera que separa musulmanes y no musulmanes en Eurasia y África.
La presencia del islam en la mayoría de conflictos de líneas de fractura obedece a motivos históricos y a cambios en el equilibrio demográfico. Según diversos autores, los niveles actuales de conflictividad son el legado de un proceso de conquista y conversión de otros pueblos por parte de los musulmanes (África, Oriente Medio, Oriente Próximo y Asia Central). En los países musulmanes, el proceso de «modernización» ha favorecido el incremento de las tasas de natalidad y el descenso de la mortalidad. La proliferación de jóvenes en edad de producir unido a la escasez de puestos de trabajo en sus lugares de origen son motivos para la emigración a países occidentales o la marginación, caldo de cultivo del terrorismo islámico.
A nuestro alrededor hay situaciones que podrían que presentan características de líneas de fractura. El abanico de conflictos por motivos de identidad en España va desde el tradicional entre, musulmanes y no musulmanes, gitanos y «payos»; las «bandas latinas» (latin kings y ñetas); pasando por chinos y musulmanes por el control de ciertos barrios; la delincuencia organizada de bandas de países del este; o los producidos entre «grupos juveniles » de distinta ideología. Esta conflictividad en ocasiones ha sido violenta y provocado problemas de seguridad ciudadana.
En este ámbito cercano se producen conflictos de identidad y la presencia de las «civilizaciones» es evidente -como muestra la implantación de las principales religiones-, es probable la presencia en nuestra sociedad de indicios propios de conflictos de líneas de fractura. En los diarios se publican noticias que, analizadas desde este prisma, contienen las características de estos conflictos. Por ejemplo, la polémica suscitada por la exigencia a las mujeres musulmanas de posar para la fotografía del DNI sin ropas que cubran partes de la cabeza. O bien, el caso de una menor que extranjera casada, según versiones, sin su consentimiento y que, acogiéndose a la legislación española (con valores occidentales) decide denunciar las agresiones sexuales a las que le somete su marido en contra de las creencias de su propia familia que no las consideran delictivas. Pero, de forma explícita, se alude a las «civilizaciones» cuando musulmanes en Andalucía consideran que «el gran ejemplo que guíe la Alianza de Civilizaciones» sería rescatar la memoria del Al-Andalus. Según lo publicado el 24 de junio en ABC un representante de este colectivo dice que «la Alianza de Civilizaciones tiene que encontrar su desarrollo orgánico mediante propuestas imaginativas que den contenido real a formulaciones etéreas que corren el peligro de conducir a la parálisis de un proyecto que tantas esperanzas ha levantado», es decir, propone una traslación a nuestros pueblos y ciudades de las soluciones propuestas en teorías de carácter global.
La metodología de traslación permite analizar macro-agregados a través de comportamientos micro-situacionales, pero presenta ventajas e inconvenientes. Las grandes entidades, como pueden ser las «civilizaciones», presentan la imposibilidad de prever lo que sucederá en el futuro y sólo se observa sus evoluciones una vez transcurridas. Fenómenos y situaciones más concretas se pueden utilizar para verificar hipótesis que no pueden serlo en sociedades globales. Pero existe el peligro de que la descontextualización de una situación lleve a plantear inferencias distintas a las de un análisis en las que se integran factores externos determinantes.
Esta metodología de traslación puede utilizarse para el análisis global de una situación y su repercusión local. Por ejemplo, en la situación actual del conflicto entre musulmanes chiítas y sunitas a se puede empezar a estudiar a partir de la guerra en Irak, de la reciente exportación de los enfrentamientos al Líbano, o de la influencia de los sunitas en la aparición de dos bandos entre los palestinos. Las conclusiones que se extraigan del análisis global pueden ser extrapoladas a otros países para realizar aproximaciones a lo que pueda acontecer. También, sirve para determinar la peligrosidad y evolución de pequeños conflictos de carácter local en países occidentales.
La dinámica de un mundo globalizado impulsa la unión de países en Europa. Se crean instituciones y desarrollan proyectos comunes, entre ellos Europol. En 1992 la Comunidad Económica Europea pasó a denominarse Unión Europea y con la pretensión de desarrollar: una política exterior y de seguridad común; de justicia e interior; la ciudadanía europea y un programa de convergencia económica. Surge Europol como un ámbito europeo donde las policías de los países miembros coordinan sus actuaciones para hacer frente a la delincuencia organizada. Europol.
En Europol se proponen unos procedimientos de actuación homogéneos para las policías de los Estados miembros, capaces de hacer frente a la amenazas de la delincuencia organizada. En cada país se utilizan técnicas y procedimientos distintos, e incluso, por diferentes cuerpos policiales. Esta pluralidad se contrapone «modus operandi» de organizaciones criminales comunes en los países donde se implanta y que tratan de explotar al máximo las ventajas de la libre circulación de personas y cosas dentro de la Comunidad y los límites de la legislación interna de los Estados para la investigación fuera de sus fronteras. A estos límites hay que añadir otras dificultades como el idioma o las costumbres propias de otras «civilizaciones».
En España en el escenario policial intervienen distintos actores entre los que se distribuyen competencias funcionales o territoriales pero en ellos rige un principio común, el servicio al ciudadano. La Guardia civil es un elemento esencial en el sistema policial gracias a unas capacidades que no tienen otros Cuerpos. Está implantada en la mayoría del territorio nacional, tiene la posibilidad de integración en estructuras militares junto a otros países dotándole de una eficaz proyección internacional; y sobre todo destaca la profunda interiorización en sus componentes de ciertos valores, por ejemplo la voluntad de servicio o la ayuda humanitaria. Otras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, tienen un ámbito de actuación territorial más concreto (determinadas Comunidades Autónomas, o zonas exclusivamente urbanas), y una organización en estructuras singulares adaptadas a misiones específicas.
La Guardia Civil está presente en conflictos de líneas de fractura del exterior y del interior. Fuera de nuestras fronteras en escenarios como Líbano o Afganistán; o en la extinta Yugoslavia, paradigma de las consecuencias que pueden genera los conflictos de líneas de fractura. En el interior de España, los conflictos que surgen se conocen a través de denuncias de los interesados. En demarcación de Guardia Civil, el contacto con las partes litigantes es directo debido a las gestiones que se realizan en la investigación en caso de que algunas de las situaciones descritas anteriormente se tornen violentas.
Una situación global en principio afecta directamente a las funciones que debe desarrollar la Guardia Civilsiendo preciso: un conocimiento de los conflictos de líneas de fractura y su evolución; una ambientación adecuada en toda la organización; y optimizar las unidades especiales en contacto con colectivos afectados. En la génesis de este tipo de conflictos están las distintas percepciones de la realidad conformada en base a valores propios de cada grupo. Un acercamiento a las singularidades de cada colectivo ayuda a entender su forma de actuar y preverla para, ante la posibilidad de una degeneración violenta, poder prevenirla. El conocimiento que surja puede generar informaciones claras y concretas, de fácil difusión dentro de la Institución, capaces de ayudar al Guardia Civil en contacto con la realidad social ante los nuevos retos y problemáticas que se las presenten. Existen unidades dentro de la Guardia Civil con competencias que inciden directamente en colectivos con distintas culturas (inmigrantes) como los EDATI,s, EMUME,s, o Servicio Marítimo, y otros en los que la implicación de organizaciones de extranjeros en sus investigaciones se ha incrementado en los últimos años como los EDOA.s, o el SIGC. La experiencia y enseñanzas de los componentes de estas especialidades pueden nutrir en un sentido ascendente al conocimiento de los distintos colectivos de forma que ayude a entender sus costumbres y modo de actuar.
Igual de enriquecedora pueden ser las experiencias aportadas por otros cuerpos policiales nacionales (estatales, autonómicas o locales) o internacionales. La aparición en nuestro país de nuevas culturas procedentes de otros lugares presenta la ventaja de que en otras partes del mundo se han arrostrado situaciones similares a las que nos enfrentamos. Lo mismo ocurre en otras comunidades y regiones de España. Los métodos y procedimientos de actuación que las policías de estos lugares hayan empleado con éxito pueden ser analizados, contextualizados y adaptados a nuestro ordenamiento jurídico para complementar que ya se utilicen en la Guardia Civil. Además, una homogenización metodológica entre distintas policías favorece la coordinación, apoyo mutuo, y la fluidez en la información esenciales en el trabajo con colectivos asentados en diversos países del mundo.
Se puede afirmar que los conflictos de líneas de fractura existen en España y los medios de comunicación informan sobre ellos. La política exterior comunión con occidente de nuestro país, ha supuesto el despliegue de tropas en zonas donde se han padecido bajas, en el Líbano donde perecieron seis militares. En Yemen también hubo un atentado donde murieron siete españoles en una acción del terrorismo islámico. Aunque la opinión pública se conmueve más con ejemplos como los anteriores por su evidencia, en el interior de nuestro país también hay muestras de conflictos de líneas de fractura. Por ejemplo, en un auto del Juzgado de Instrucción número 2 de Girona de fecha 20 de junio, en el que según manifestaciones de una mujer se reconoce la pretensión de viajar a Gambia para hacer la ablación a su hija de 3 años se dice que “en este contexto normativo [el español] es claro que la práctica de la ablación del clítoris es absolutamente inaceptable en nuestro sistema jurídico… y contrario a los principios que inspiran nuestra cultura y legislación”. Pero más evidentes son quizás las imágenes de inmigrantes originarios de culturas musulmanas donde, en algunos casos, las mujeres deber ir totalmente cubiertas, al llegar a España son atendidos a pie de playa por mujeres, paradójicamente, casi desnudas ¿no se produce en el interior de estas personas recién llegadas a occidente un auténtico choque con sus valores? Ejemplos como éstos hay muchos y con diferentes colectivos como protagonistas: musulmanes, gitanos, sudamericanos, etc.
Si en el pasado la Guardia Civil el papel fue determinante para la cohesión territorial de España, el del futuro también lo podrá ser para la cohesión social e integración de los nuevos españoles y evitar las consecuencias en nuestro país de un «choque de civilizaciones».
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